
"Un alcohólico es alguien que no te cae demasiado bien, y bebe tanto como tú".
Dylan Thomas.
Durante el Siglo XX, el nombre de Dylan se relacionaba directamente con el cantautor estadounidense Bob Dylan, pero... existió otro Dylan, el verdadero, el auténtico, el que con su prosa poética, nos trasladó a mágicos mundos verbales, a ilusorios estados de conciencia; referirse a Dylan Thomas, es mencionar a uno de los poetas más "prolífico", a lo que se refiere al universo de las letras. Dylan, supo plasmar con su magistral pluma, tanto en lo referente a la poesía (que era su profesión por excelencia), como en lo periodístico, en lo teatral y en lo radial (cuya voz grave y de masiva grandilocuencia, atrapaba a todos aquellos que tenián la oportunidad de escucharlo, con atención, respeto y un silencio casi sepulcral), pero sobre todo, captó la escencia de lo MÍSTICO, tan al corriente en su Gales natal, dando a los lectores la posibilidad de conocer lo ANCESTRAL, lo lejendario y transportarlo a lo actual, a la cotianidad urbana, de una Inglaterra ya alejada del cinismo Victoriano y revelar las verdades más ocultas de una sociedad, que iba camino a la vorágine de la modernidad más despiadada.
Thomas... Dylan, siempre quiso dedicarse a su "Hosco Oficio", llamada POESÍA, poética llena de simbolismos Pagano - Cristianos, escritos en forma críptica y pragmática, aunque sus letras reflejan la complejidad de su talento, pero también poseía esa hipocresía tan característico de la Era Victoriana, que fue magistralmente reflejada en sus críticas periodísticas, durante sus primeros años, que, a sabiendas de que sería el blanco de fuertes conatos verbales y la de ganarse enemigos por doquier. Aún así, su talante contestatario, lo condujo por recovecos sin salidas, lo guiaron a un profundo callejón ciego y oscuro, a la cual, Dylan no tendría escapatoria.

A pesar de su baja estatura y regordete figura, su voz y pluma lo alzaban a las cumbres más altas de la literatura y de las artes, aún así, tenía su lado oscuro y agraz, que lo hacían seguir el camino de sus predecesores, como: Poe, Verlaine, entre otros poetas malditos del Siglo XIX, no sólo en sus letras, sino que, en su estilo de vida llevada a la bohemia más descarnada; en especial, al alcoholismo más frenético y destructivo que puede hallar un ser humano. Su tormentosa relación con la bebida, no interfería en nada con su trabajo poético y onírico, plasmado en sus exquisitas letras que lo transportaban a submundos llenos de mitología pagana celta, intercalada con atisbo cristianos; haciendo una perfecta "simbiosis" lingüística en su poética prosa. Sin embargo, Dylan no se encontraba a gusto con el mundo, a pesar que el mundo admiraba su extraordinario talento, él, simplemente buscaba el equilibrio entre sus dos pasiones, su: "Hosco Oficio" y su compañero fiel en las andanzas nocturnas en busca de inspiración poética: el alcohol; las supo fusionar a la perfección, mientras pudo, la pluma y la taberna eran su arma y atalaya más sagrados, ante el ARMAGEDÓN que estaba viviendo su espíritu atormentado, eran su escudo y espada, que frenaban, mientras podían, las flechas de la auto eliminación.
La copa de vino era su Santo Grial, que en sus estados etílicos, le hacían transformarse en el Poe del Siglo XX, en el Virgilio de la desgracia, en el Rinbaud del sarcasmo y en el verdadero Dylan de la soledad, que ni el propio Dylan sobrio, sabía que exsistia, sus poemas llevados al extremo del hermetismo simbólico, hacían que sus frases se decorasen de una belleza artística en su lengua vernácula; que solamente el Dylan embriagado, sabía realizar con la maestría de un individuo tocado con el don de la escritura, virtud que le fue concedida por sus propios "Dioses Pagano - Cristianos", llevándolo a los PARADISIACOS INFIERNOS de su interior más profundo. La muerte siempre fue su tema recurrente y la muerte, siempre estuvo cerca de él, pero a Dylan solamente le interesaba expresar sus propios sentimientos embriagados, sus porpias ideas tomadas de su subsconciente mitológico, a pesar de eso, Thomas, el hombre, tenía su propia batalla con la realidad, aunque siempre lo irreal ganaba esa guerra siniestra con el destino que Dylan no deseaba continuar.
Dylan, un bohemio empedernido hasta la médula, buscaba su oratórica inspiración en tabernas, como si se tratasen esos lupanares, en la gran "Biblioteca De La Vida", retratando sus tormentos, en los seres de la nocturna vida urbana, en cada vaso de whisky, en cada sorbo, hallaba las palabras exactas, las ideas apropiadas para sus poemas más conocidos y emblemáticos; transformando a Dylan, en el VATE DEL TORMENTO ONÍRICO; la vida se le estaba acortando con apresurada inclemencia, sin embargo, sus obras continuaban galopante por el Cosmos de la letras, el alcohol estaba ganando su batalla, en cambio Thomas, se estaba entregando "servilmente" al exterminio de su ya deteriorada persona. Y aún así, él seguía aferrado a su HOSCO OFICIO, a su rutilante vida nocturna, a su decadente existencia, en busca de ideas y pensamientos que lo llevasen al Reino de sus DELIRIOS ETÍLICOS.
Dylan, el hombre estaba ya acabado, pero Dylan el poeta se encontraba vivo y más vivo que nunca, dando conferencias, escribiendo magistralmente, siendo admirando por sus contemporáneos y alabado por los entendidos en la materia, pero su desordenada vida le estaba pasando la cuenta, le estaba pasando la factura por sus excesos etílicos y así, con toda la desgracia humana venida sobre él, Dylan continuaba con su viaje literario hasta llegar a los confines de sus capacidades humanas; Thomas, un IDEALISTA DE LA DESGRACIA PERSONAL, seguía creyendo en su prototipo poético, seguía esperando por la oportunidad de ser aceptado por él mismo, estuvo cerca de lograrlo, pero la vida se le estaba extinguiendo. En sus últimos años, la fama había sido venevolente con él, pero a Dylan eso no le interesaba, lo único que le importaba era ser reconocido por él mismo, o quien sabe, por sus más cercanos, la bebida estaba haciendo estragos con su persona y él la consideraba su mejor amiga, qué errado estaba Thomas, pero él continuaba con su ritual destructivo, no importándole que hiciera mella en su ya frágil cuerpo; a él, lo que realmente lo llenaba era sus propios poemas llevados al éxtasis literario.
Una vez escribió: "La Muerte No Tendrá Señorío"... pero la muerte sí tuvo aquel señorío que Dylan no deseaba que tuviese y la encóntró, curiosamente de la mano de su más y mejor aliada: el alcohol, el 9 de Noviembre de 1953, cuando solamente tenía la edad de 39 años, cumpliendo así, el fatídico ritual de los Poetas Malditos: la de vivir intensamente la vida y morir en la plenitud juvenil...
Para terminar, a Dylan Thomas se le considera como el: ÚLTIMO POETA MALDITO DEL HABLA INGLESA DEL SIGLO XX, porque perteneció a la vieja escuela de aquellos vates, que sólamente pensaban en auto destruirse simultáneamente y alegando no ser comprendido por la sociedad que les tocó vivir en ese momento, Dylan encajó muy bien en aquel prototipo de Poeta Maldito por excelencia; sin embargo, sus propios excesos no dejaron que brillara aún más la estrella que lo maldecía día a día.
C. Nobili C. - T.
La copa de vino era su Santo Grial, que en sus estados etílicos, le hacían transformarse en el Poe del Siglo XX, en el Virgilio de la desgracia, en el Rinbaud del sarcasmo y en el verdadero Dylan de la soledad, que ni el propio Dylan sobrio, sabía que exsistia, sus poemas llevados al extremo del hermetismo simbólico, hacían que sus frases se decorasen de una belleza artística en su lengua vernácula; que solamente el Dylan embriagado, sabía realizar con la maestría de un individuo tocado con el don de la escritura, virtud que le fue concedida por sus propios "Dioses Pagano - Cristianos", llevándolo a los PARADISIACOS INFIERNOS de su interior más profundo. La muerte siempre fue su tema recurrente y la muerte, siempre estuvo cerca de él, pero a Dylan solamente le interesaba expresar sus propios sentimientos embriagados, sus porpias ideas tomadas de su subsconciente mitológico, a pesar de eso, Thomas, el hombre, tenía su propia batalla con la realidad, aunque siempre lo irreal ganaba esa guerra siniestra con el destino que Dylan no deseaba continuar.
Dylan, un bohemio empedernido hasta la médula, buscaba su oratórica inspiración en tabernas, como si se tratasen esos lupanares, en la gran "Biblioteca De La Vida", retratando sus tormentos, en los seres de la nocturna vida urbana, en cada vaso de whisky, en cada sorbo, hallaba las palabras exactas, las ideas apropiadas para sus poemas más conocidos y emblemáticos; transformando a Dylan, en el VATE DEL TORMENTO ONÍRICO; la vida se le estaba acortando con apresurada inclemencia, sin embargo, sus obras continuaban galopante por el Cosmos de la letras, el alcohol estaba ganando su batalla, en cambio Thomas, se estaba entregando "servilmente" al exterminio de su ya deteriorada persona. Y aún así, él seguía aferrado a su HOSCO OFICIO, a su rutilante vida nocturna, a su decadente existencia, en busca de ideas y pensamientos que lo llevasen al Reino de sus DELIRIOS ETÍLICOS.
Dylan, el hombre estaba ya acabado, pero Dylan el poeta se encontraba vivo y más vivo que nunca, dando conferencias, escribiendo magistralmente, siendo admirando por sus contemporáneos y alabado por los entendidos en la materia, pero su desordenada vida le estaba pasando la cuenta, le estaba pasando la factura por sus excesos etílicos y así, con toda la desgracia humana venida sobre él, Dylan continuaba con su viaje literario hasta llegar a los confines de sus capacidades humanas; Thomas, un IDEALISTA DE LA DESGRACIA PERSONAL, seguía creyendo en su prototipo poético, seguía esperando por la oportunidad de ser aceptado por él mismo, estuvo cerca de lograrlo, pero la vida se le estaba extinguiendo. En sus últimos años, la fama había sido venevolente con él, pero a Dylan eso no le interesaba, lo único que le importaba era ser reconocido por él mismo, o quien sabe, por sus más cercanos, la bebida estaba haciendo estragos con su persona y él la consideraba su mejor amiga, qué errado estaba Thomas, pero él continuaba con su ritual destructivo, no importándole que hiciera mella en su ya frágil cuerpo; a él, lo que realmente lo llenaba era sus propios poemas llevados al éxtasis literario.
Una vez escribió: "La Muerte No Tendrá Señorío"... pero la muerte sí tuvo aquel señorío que Dylan no deseaba que tuviese y la encóntró, curiosamente de la mano de su más y mejor aliada: el alcohol, el 9 de Noviembre de 1953, cuando solamente tenía la edad de 39 años, cumpliendo así, el fatídico ritual de los Poetas Malditos: la de vivir intensamente la vida y morir en la plenitud juvenil...
Para terminar, a Dylan Thomas se le considera como el: ÚLTIMO POETA MALDITO DEL HABLA INGLESA DEL SIGLO XX, porque perteneció a la vieja escuela de aquellos vates, que sólamente pensaban en auto destruirse simultáneamente y alegando no ser comprendido por la sociedad que les tocó vivir en ese momento, Dylan encajó muy bien en aquel prototipo de Poeta Maldito por excelencia; sin embargo, sus propios excesos no dejaron que brillara aún más la estrella que lo maldecía día a día.
C. Nobili C. - T.