
"Todo hombre mata lo que ama".
Óscar Wilde.
Intentar de comprender la "cosmovisión" de este escritor, es como husmear en lo más "íntimo" del interior de un ser humano complejo y llamativo... y, tratándose de: Óscar Fingal O'Flaghertie Wills Wilde, es interiorizarse, en una de las mentes más brillantes, irónicas, versátiles y sagaces que nos haya podido legar la literatura universal; Óscar Wilde, nacido en Irlanda el 16 de Octubre de 1854, fue desde su infancia, un individuo tocado por la "gracia" del talento más excepcional, que lo acompañaría por el resto de su vida. Óscar, desde su juventud, demostró una ingeniosidad innata para representar lo que acaecía y destruía a su camarilla, conglomerado que era "gobernado", desde el prisma de la "Era Victoriana", época llena de cinismos, llena de tapujos, llena de falsa moralidad, llena de anacronismos medievales, que a la larga, estaban ahogando hasta a sus ciudadanos más "conservadores"; Wilde, fue como el rayo que dividió en dos a dicha sociedad, que iba camino a la decadencia más absorbente y agobiante, Óscar, fue como el "Maná", para una juventud asqueada de tantas mentiras, que no dejaban dar el siguiente paso, que ya estaba tomando la Revolución Industrial, el llamado "Modernismo", modernismo, que a su vez, tenía su lado oscuro y desquiciado... Wilde, era mucho más que todo eso, solamente era el "reflejo" de una sociedad, que él no deseaba representar bajo ningún pretexto ni concesión, pero que se vio envuelto por el manto de su propia "Burla Wildiana", que jamás pensó que sería su propia víctima.
Óscar, un "Snob", un Dandy por excelencia, vivía por el arte y el arte vivía por él y tenía el "permiso" de mofarse de todo y de todos aquellos que lo rodeaban, Wilde, poseía el encanto de saber herir a sus víctimas, sin que éstas se dieran cuenta de tal aberrante daño; su pluma se deslizaba frenéticamente por las carreteras de las letras más bellamente decoradas con un sello de particular mordacidad, que era como su "Lacre Real"; que todo aquel que leyera sus obras, sin saber al comienzo que se trataba de Wilde, lo reconocería ipso facto. Su "estrafalaria" vestimenta, lo hacía diferenciarse del común de las personas, como deseando ser distinto al resto de los mortales y sus letras, reflejaban al máximo aquello que Óscar pretendía representar, su propia "vivencia victoriana", que lo alejaba de los estándares de aquella sociedad mojigata; Wilde, era el fiel centelleo de su propia decadencia, reflejo que lo estaba destruyendo sin remordimiento alguno.
La vida de Óscar Wilde, estuvo siempre al borde de lo permitido, su "esteticismo" por el arte, le estaba haciendo unas bribonadas que, con los años, lo harían arrepentirse de por vida, mientras la fama estaba con él, Wilde, seguía produciendo frenéticamente: cuentos, poesías, obras teatrales, comedias, aforismos, que hasta el día de hoy; son de obligada lectura, Óscar, era el "campeón" de la literatura del siglo XIX, era un "Rock Star" de las letras, un "Divino Escritor" de la lengua inglesa, era simplemente, lo que él siempre quiso ser: "un literato brillante, para su generación y para las venideras". Haciendo un paréntesis en su vida, me quiero detener en su única novela, escrita en 1891, titulada: EL RETRATO DE DORIAN GRAY, en donde su personaje principal, quien da el nombre a la novela, es la verídica representación de una sociedad caduca y farisaica, que en su tiempo, dicha obra, fue dúramente criticada, hasta tomada por obscena y anómala, sin embargo, esta novela, nos relata la solitaria vida de Dorian, que, a pesar de su beldad, éste se encontraba solitario y sin poder romper la maldición de su hermosura y de su eterna juventud, siendo aquella pubescencia retratada en un cuadro, que reflejaba la hermosura "superficial" de su alma, todo aquel que se cruzaba o que tenía "cierto" contacto con el personaje principal, sufría sendos males y desgracias, en especial, una muerte segura; lo más triste de este relato, es que Dorian estaba condenado a no poder amar, y ser amado.
Con los años, sus más cercanos iban envejeciendo, iban muriendo, pero Dorian Gray, seguía con una inmortalidad a prueba de balas, nadie sabía el cómo Gray se conservaba tan joven y hermoso, nadie comprendía el cómo lo había conseguido, simplemente, era un "secreto mortal", dicha inmunidad que poseía Dorian, lo hacían cometer los más desquiciados "Pecados Capitales", sin que fuese reprochado o que su conciencia, en sus comienzos, lo hiciesen entrar en razón por aquellos males que estaba realizando a sus más cercanos, Dorian Gray, era como el "Jack El Destripador" novelesco, que nadie podía hacerle caza y que pagase por sus crímenes; sin embargo, Gray estaba siendo "carcomido " por la angustia de no poder envejecer y expiar su ya atormentada alma, por los pecados humanos que estaba realizando, en otras palabras, Dorian Gray, era un prisionero de su propia imprecación, de su propia condenación al Infierno de sus actos. Su retrato, en sus inicios, estaba intacto, estaba "inmaculado", mácula, que con el correr de los años, comenzaría a encanecer sin remedio, Dorian Gray, con cada año que transcurría, se comenzaba a sentirse viejo, pero no en el aspecto físico, sino que en lo espiritual, en lo moral, en lo "experiencial", deseaba terminar con su monstruosa subsistencia, pero su demonio interior no se lo permitía, sino que lo "arrengaba" a seguir cometiendo atrocidades en pos de su eternidad; aún así, Dorian, con los años, deseaba "redimirse", pretendía terminar con su calvario humano, con su Gólgota existencial, intentaba hacerlo... no obstante, sus impulsos se lo negaban; empero, al final de la novela, Dorian Gray, se da el valor de ir a ver su rostro retratado en su verdadera mocedad, cuando al sacarle la túnica que lo cubría, Dorian mira despavorido lo que realmente le había sucedido a su imagen, ésta se encontraba, putrefacta, vieja y decrépita.
El protagonista, al enterrarle una daga a su retrato, cae muerto al suelo y por arte de magia, su cuadro vuelve a su estado original, a su eterna juventud, pero... a Dorian Gray, se le transmutan todos las flaquezas terrenales que se le habían alojado a su retrato, en su propio cuerpo ya inerte, dándonos como moraleja, que aunque seamos físicamente majos, físicamente perfectos y físicamente jóvenes, lo que realmente importa, es el estado en el que se encuentra nuestra alma, ya que ésta, es el recipiente de todas nuestras acciones, tanto buenas como malas, es como dicha flor que si no se alimenta con el "abono de la virtud", se puede marchitar irremediablemente; en otras palabras, según como procedamos, será el destino de nuestra alma. Lo más curioso de aquel relato, que en cierta medida, tenia algunos "parentescos" con la vida de Wilde, puesto que el escritor, desde su temprana juventud, quiso romper con los esquemas establecidos, pretendió seguir por la senda de lo diferente y eso, le trajo bastantes incomodidades, tanto en lo social, moral y personal, pero que a Óscar, mientras estuvo en el ojo del huracán, eso era de menor cuantía; solamente deseaba ser conocido y admirado por la élite y la créme de la créme de la sociedad victoriana de la época.
Ya en su edad madura, ya casado y con hijos, Wilde se dejó seducir por la belleza rozagante, por la eterna juventud que él ya sabía que, no estaba digno de poseer, se dejó rodear por mancebos aduladores de su arte y genialidad, el veterano Óscar, necesitaba ser admirado, necesitaba ser escuchado por un séquito de pseudos artistas, que solamente deseaban tomar el mejor trozo de aquella carne que se estaba deteriorando, quizás Óscar Wilde, no comprendía todo eso, porque siempre estuvo cercado de alanos, que solamente deseaban manducar la mejor porción de carne de su víctima; lamentablemente Wilde, deseando ser de la Nobleza, simplemente lo que encontró, fue el desprecio de aquellos "sangres azules", de aquellos "Holgazanes De Palacio", que nunca permitieron y aceptaron, en Wilde, como uno de sus "iguales". Pero eso escatimó sus esfuerzos por pertenecer a una sociedad, que se ufanaba de ser de "alto" abolengo sanguíneo, por ende, Óscar se empezó a relacionar con mozalbetes de "cierto" estatus real, en especial, con Lord Alfred Douglas, que sospechosamente se estaba transformando en demasiada "íntima", para una Inglaterra desmesuradamente "puritana", llegando hacer dicho puritanismo muy estructurado, desde que Inglaterra se había separado del seno católico en el Siglo XVI, llevando sus prácticas religiosas - moralistas, hasta el tratar de controlar las mentes de sus ciudadanos; Wilde, sabiendo el riesgo de dicha amistad, no le importó exponerse al escarnio público, solamente deseaba encontrar un amor (para la época victoriana, quién sabe) "distorsionado" por las creencias "imperantes", tanto religiosas como humanas, Óscar, solamente deseaba encontrar el amor, que en su matrimonio ya no hallaba, se sentía renacer en él, como si se tratase de un quinceañero en la plenitud de su búsqueda amatoria - sexual... simplemente este riesgoso camino, lo estaba llevando a un choque frontal, a una caída libre sin derecho arrepentirse.
Asiduamente, creía en la "Estética", en la belleza del arte... y, ¿cómo no puede ser un amor prohibido por la sociedad de aquellos años, como algo hermoso?, se habrá preguntado, quizás, Wilde, que se dio el arrojo de mencionar una vez: "Los poetas han matado el amor, han escrito tanto sobre él, que ya nadie les cree y no me sorprende, el verdadero amor es sufriente y silencioso", su sigiloso amor por "algo" que era a todas luces, cierto "ideal" amoroso, nunca llegaría a buen puerto, pero eso a Óscar ya no le importaba, porque los dados ya estaban echados y su suerte ya estaba sentenciada, por aquel amor que iba en contra de toda naturaleza humana, para algunos de sus más críticos moralistas de su época, que su popularidad en las grandes esferas sociales londinenses, ya estaba siendo menguada por el la tozudez de su amor de adolescente tardío; que a pesar que en todas partes surgían voces que advertían a Wilde de su desgracia, que éste, hacía oídos sordos a las advertencias, en pro de su seguridad. Su osadía, llegó demasiado lejos, llegó a la desfachatez de enfrentar al padre de su amor prohibido, que se vio reflejado en un juicio, Wilde, confiado en su "invencible" oratoria, que no deseó ser representado por un Jurista en el "Juicio De La Década", Óscar, se defendió a sí mismo, bromeó con el estrado, usó ingeniosas frases, se burló de su sociedad tan "victorianizada" y tuvo la insolencia de pronosticar que saldría triunfante de aquel inicuo Juicio en su contra; cuán equivocado estaba Wilde, que, creyendo tener a los dioses a su favor, éstos le dieron la espalda, y por todo lo sucedido, tuvo que purgar una pena de dos años en la cárcel de Londres, por la acusación de "Pederasta" y por "Ofensa A La Moral", moral demasiada farsante, para su gusto, que Óscar siempre intentó destruir, que al final, lo arruinó a él mismo; cuya sarcástica parafernalia, continuamente le estaba advirtiendo que luchar como un "Quijote Solitario", en contra de una sociedad, que por años, había estado estructurada de aquella forma, que tanto molestaba a Wilde; que lamentablemente, lo transformó en un "paria" de su propia obstinación, ante una realidad, que por muy injusta que sea, lamentablemente, era el verismo que ya estaba "afincado" en el Siglo XIX.
Para terminar, Óscar Wilde, fue víctima de su propia obstinación, de su propia porfía, con la intención de arremeter en contra de algo que no le gustaba, terminó por aniquilarse a sí mismo, que lo delegó al rincón del olvido más cruel que puede sufrir un escritor, desgraciadamente, Wilde tenía todos los elementos para salvarse a sí mismo, pero como un "Mesías" del Arte, un "Cristo" de la Estética y la belleza, no hizo nada por ayudarse, que lo mandaron a cargar su propia cruz y ser enterrado en la "prescripción" de la indiferencia y la censura, de una sociedad que antes la había adulado en su juventud, que ahora, en su cercana vejez, era menospreciado y burlado, con decir que, todo aquel que tuviese actitudes sodomitas o "amaneradas", en esos años, era tildado, en forma burlesca como "Óscar", su nombre, tan impoluto para sus padres, ahora era motivo de las burlas más sádicas, que hicieron en Óscar Wilde, una muerte lenta, pero rápida, falleciendo el 30 de Noviembre de 1900, a la edad de 46 años, dejando atrás una herencia de éxitos literarios, que se le escaparon de las manos, después de su fracaso en Tribunales, convirtiéndolo en un hombre, antes de morir: solitario, meditabundo y sufriente; a pesar que nunca perteneció a la corriente de los Poetas Malditos, Óscar, se comportó y vivió como un Maldito, llegando hacer recordado como: EL ESCRITOR MALDITO DEL ESTETICISMO INGLÉS DEL SIGLO XIX.
C. Nobili C. - T.
Intentar de comprender la "cosmovisión" de este escritor, es como husmear en lo más "íntimo" del interior de un ser humano complejo y llamativo... y, tratándose de: Óscar Fingal O'Flaghertie Wills Wilde, es interiorizarse, en una de las mentes más brillantes, irónicas, versátiles y sagaces que nos haya podido legar la literatura universal; Óscar Wilde, nacido en Irlanda el 16 de Octubre de 1854, fue desde su infancia, un individuo tocado por la "gracia" del talento más excepcional, que lo acompañaría por el resto de su vida. Óscar, desde su juventud, demostró una ingeniosidad innata para representar lo que acaecía y destruía a su camarilla, conglomerado que era "gobernado", desde el prisma de la "Era Victoriana", época llena de cinismos, llena de tapujos, llena de falsa moralidad, llena de anacronismos medievales, que a la larga, estaban ahogando hasta a sus ciudadanos más "conservadores"; Wilde, fue como el rayo que dividió en dos a dicha sociedad, que iba camino a la decadencia más absorbente y agobiante, Óscar, fue como el "Maná", para una juventud asqueada de tantas mentiras, que no dejaban dar el siguiente paso, que ya estaba tomando la Revolución Industrial, el llamado "Modernismo", modernismo, que a su vez, tenía su lado oscuro y desquiciado... Wilde, era mucho más que todo eso, solamente era el "reflejo" de una sociedad, que él no deseaba representar bajo ningún pretexto ni concesión, pero que se vio envuelto por el manto de su propia "Burla Wildiana", que jamás pensó que sería su propia víctima.
Óscar, un "Snob", un Dandy por excelencia, vivía por el arte y el arte vivía por él y tenía el "permiso" de mofarse de todo y de todos aquellos que lo rodeaban, Wilde, poseía el encanto de saber herir a sus víctimas, sin que éstas se dieran cuenta de tal aberrante daño; su pluma se deslizaba frenéticamente por las carreteras de las letras más bellamente decoradas con un sello de particular mordacidad, que era como su "Lacre Real"; que todo aquel que leyera sus obras, sin saber al comienzo que se trataba de Wilde, lo reconocería ipso facto. Su "estrafalaria" vestimenta, lo hacía diferenciarse del común de las personas, como deseando ser distinto al resto de los mortales y sus letras, reflejaban al máximo aquello que Óscar pretendía representar, su propia "vivencia victoriana", que lo alejaba de los estándares de aquella sociedad mojigata; Wilde, era el fiel centelleo de su propia decadencia, reflejo que lo estaba destruyendo sin remordimiento alguno.
La vida de Óscar Wilde, estuvo siempre al borde de lo permitido, su "esteticismo" por el arte, le estaba haciendo unas bribonadas que, con los años, lo harían arrepentirse de por vida, mientras la fama estaba con él, Wilde, seguía produciendo frenéticamente: cuentos, poesías, obras teatrales, comedias, aforismos, que hasta el día de hoy; son de obligada lectura, Óscar, era el "campeón" de la literatura del siglo XIX, era un "Rock Star" de las letras, un "Divino Escritor" de la lengua inglesa, era simplemente, lo que él siempre quiso ser: "un literato brillante, para su generación y para las venideras". Haciendo un paréntesis en su vida, me quiero detener en su única novela, escrita en 1891, titulada: EL RETRATO DE DORIAN GRAY, en donde su personaje principal, quien da el nombre a la novela, es la verídica representación de una sociedad caduca y farisaica, que en su tiempo, dicha obra, fue dúramente criticada, hasta tomada por obscena y anómala, sin embargo, esta novela, nos relata la solitaria vida de Dorian, que, a pesar de su beldad, éste se encontraba solitario y sin poder romper la maldición de su hermosura y de su eterna juventud, siendo aquella pubescencia retratada en un cuadro, que reflejaba la hermosura "superficial" de su alma, todo aquel que se cruzaba o que tenía "cierto" contacto con el personaje principal, sufría sendos males y desgracias, en especial, una muerte segura; lo más triste de este relato, es que Dorian estaba condenado a no poder amar, y ser amado.
Con los años, sus más cercanos iban envejeciendo, iban muriendo, pero Dorian Gray, seguía con una inmortalidad a prueba de balas, nadie sabía el cómo Gray se conservaba tan joven y hermoso, nadie comprendía el cómo lo había conseguido, simplemente, era un "secreto mortal", dicha inmunidad que poseía Dorian, lo hacían cometer los más desquiciados "Pecados Capitales", sin que fuese reprochado o que su conciencia, en sus comienzos, lo hiciesen entrar en razón por aquellos males que estaba realizando a sus más cercanos, Dorian Gray, era como el "Jack El Destripador" novelesco, que nadie podía hacerle caza y que pagase por sus crímenes; sin embargo, Gray estaba siendo "carcomido " por la angustia de no poder envejecer y expiar su ya atormentada alma, por los pecados humanos que estaba realizando, en otras palabras, Dorian Gray, era un prisionero de su propia imprecación, de su propia condenación al Infierno de sus actos. Su retrato, en sus inicios, estaba intacto, estaba "inmaculado", mácula, que con el correr de los años, comenzaría a encanecer sin remedio, Dorian Gray, con cada año que transcurría, se comenzaba a sentirse viejo, pero no en el aspecto físico, sino que en lo espiritual, en lo moral, en lo "experiencial", deseaba terminar con su monstruosa subsistencia, pero su demonio interior no se lo permitía, sino que lo "arrengaba" a seguir cometiendo atrocidades en pos de su eternidad; aún así, Dorian, con los años, deseaba "redimirse", pretendía terminar con su calvario humano, con su Gólgota existencial, intentaba hacerlo... no obstante, sus impulsos se lo negaban; empero, al final de la novela, Dorian Gray, se da el valor de ir a ver su rostro retratado en su verdadera mocedad, cuando al sacarle la túnica que lo cubría, Dorian mira despavorido lo que realmente le había sucedido a su imagen, ésta se encontraba, putrefacta, vieja y decrépita.
El protagonista, al enterrarle una daga a su retrato, cae muerto al suelo y por arte de magia, su cuadro vuelve a su estado original, a su eterna juventud, pero... a Dorian Gray, se le transmutan todos las flaquezas terrenales que se le habían alojado a su retrato, en su propio cuerpo ya inerte, dándonos como moraleja, que aunque seamos físicamente majos, físicamente perfectos y físicamente jóvenes, lo que realmente importa, es el estado en el que se encuentra nuestra alma, ya que ésta, es el recipiente de todas nuestras acciones, tanto buenas como malas, es como dicha flor que si no se alimenta con el "abono de la virtud", se puede marchitar irremediablemente; en otras palabras, según como procedamos, será el destino de nuestra alma. Lo más curioso de aquel relato, que en cierta medida, tenia algunos "parentescos" con la vida de Wilde, puesto que el escritor, desde su temprana juventud, quiso romper con los esquemas establecidos, pretendió seguir por la senda de lo diferente y eso, le trajo bastantes incomodidades, tanto en lo social, moral y personal, pero que a Óscar, mientras estuvo en el ojo del huracán, eso era de menor cuantía; solamente deseaba ser conocido y admirado por la élite y la créme de la créme de la sociedad victoriana de la época.
Ya en su edad madura, ya casado y con hijos, Wilde se dejó seducir por la belleza rozagante, por la eterna juventud que él ya sabía que, no estaba digno de poseer, se dejó rodear por mancebos aduladores de su arte y genialidad, el veterano Óscar, necesitaba ser admirado, necesitaba ser escuchado por un séquito de pseudos artistas, que solamente deseaban tomar el mejor trozo de aquella carne que se estaba deteriorando, quizás Óscar Wilde, no comprendía todo eso, porque siempre estuvo cercado de alanos, que solamente deseaban manducar la mejor porción de carne de su víctima; lamentablemente Wilde, deseando ser de la Nobleza, simplemente lo que encontró, fue el desprecio de aquellos "sangres azules", de aquellos "Holgazanes De Palacio", que nunca permitieron y aceptaron, en Wilde, como uno de sus "iguales". Pero eso escatimó sus esfuerzos por pertenecer a una sociedad, que se ufanaba de ser de "alto" abolengo sanguíneo, por ende, Óscar se empezó a relacionar con mozalbetes de "cierto" estatus real, en especial, con Lord Alfred Douglas, que sospechosamente se estaba transformando en demasiada "íntima", para una Inglaterra desmesuradamente "puritana", llegando hacer dicho puritanismo muy estructurado, desde que Inglaterra se había separado del seno católico en el Siglo XVI, llevando sus prácticas religiosas - moralistas, hasta el tratar de controlar las mentes de sus ciudadanos; Wilde, sabiendo el riesgo de dicha amistad, no le importó exponerse al escarnio público, solamente deseaba encontrar un amor (para la época victoriana, quién sabe) "distorsionado" por las creencias "imperantes", tanto religiosas como humanas, Óscar, solamente deseaba encontrar el amor, que en su matrimonio ya no hallaba, se sentía renacer en él, como si se tratase de un quinceañero en la plenitud de su búsqueda amatoria - sexual... simplemente este riesgoso camino, lo estaba llevando a un choque frontal, a una caída libre sin derecho arrepentirse.
Asiduamente, creía en la "Estética", en la belleza del arte... y, ¿cómo no puede ser un amor prohibido por la sociedad de aquellos años, como algo hermoso?, se habrá preguntado, quizás, Wilde, que se dio el arrojo de mencionar una vez: "Los poetas han matado el amor, han escrito tanto sobre él, que ya nadie les cree y no me sorprende, el verdadero amor es sufriente y silencioso", su sigiloso amor por "algo" que era a todas luces, cierto "ideal" amoroso, nunca llegaría a buen puerto, pero eso a Óscar ya no le importaba, porque los dados ya estaban echados y su suerte ya estaba sentenciada, por aquel amor que iba en contra de toda naturaleza humana, para algunos de sus más críticos moralistas de su época, que su popularidad en las grandes esferas sociales londinenses, ya estaba siendo menguada por el la tozudez de su amor de adolescente tardío; que a pesar que en todas partes surgían voces que advertían a Wilde de su desgracia, que éste, hacía oídos sordos a las advertencias, en pro de su seguridad. Su osadía, llegó demasiado lejos, llegó a la desfachatez de enfrentar al padre de su amor prohibido, que se vio reflejado en un juicio, Wilde, confiado en su "invencible" oratoria, que no deseó ser representado por un Jurista en el "Juicio De La Década", Óscar, se defendió a sí mismo, bromeó con el estrado, usó ingeniosas frases, se burló de su sociedad tan "victorianizada" y tuvo la insolencia de pronosticar que saldría triunfante de aquel inicuo Juicio en su contra; cuán equivocado estaba Wilde, que, creyendo tener a los dioses a su favor, éstos le dieron la espalda, y por todo lo sucedido, tuvo que purgar una pena de dos años en la cárcel de Londres, por la acusación de "Pederasta" y por "Ofensa A La Moral", moral demasiada farsante, para su gusto, que Óscar siempre intentó destruir, que al final, lo arruinó a él mismo; cuya sarcástica parafernalia, continuamente le estaba advirtiendo que luchar como un "Quijote Solitario", en contra de una sociedad, que por años, había estado estructurada de aquella forma, que tanto molestaba a Wilde; que lamentablemente, lo transformó en un "paria" de su propia obstinación, ante una realidad, que por muy injusta que sea, lamentablemente, era el verismo que ya estaba "afincado" en el Siglo XIX.
Para terminar, Óscar Wilde, fue víctima de su propia obstinación, de su propia porfía, con la intención de arremeter en contra de algo que no le gustaba, terminó por aniquilarse a sí mismo, que lo delegó al rincón del olvido más cruel que puede sufrir un escritor, desgraciadamente, Wilde tenía todos los elementos para salvarse a sí mismo, pero como un "Mesías" del Arte, un "Cristo" de la Estética y la belleza, no hizo nada por ayudarse, que lo mandaron a cargar su propia cruz y ser enterrado en la "prescripción" de la indiferencia y la censura, de una sociedad que antes la había adulado en su juventud, que ahora, en su cercana vejez, era menospreciado y burlado, con decir que, todo aquel que tuviese actitudes sodomitas o "amaneradas", en esos años, era tildado, en forma burlesca como "Óscar", su nombre, tan impoluto para sus padres, ahora era motivo de las burlas más sádicas, que hicieron en Óscar Wilde, una muerte lenta, pero rápida, falleciendo el 30 de Noviembre de 1900, a la edad de 46 años, dejando atrás una herencia de éxitos literarios, que se le escaparon de las manos, después de su fracaso en Tribunales, convirtiéndolo en un hombre, antes de morir: solitario, meditabundo y sufriente; a pesar que nunca perteneció a la corriente de los Poetas Malditos, Óscar, se comportó y vivió como un Maldito, llegando hacer recordado como: EL ESCRITOR MALDITO DEL ESTETICISMO INGLÉS DEL SIGLO XIX.
C. Nobili C. - T.